Regenerar como base del futuro de la agricultura

La agricultura regenerativa es un modelo cada vez más extendido y no es de extrañar: sus beneficios se extienden a todos los ámbitos de las explotaciones que lo implementan, desde la salud de sus suelos y de sus animales o plantas hasta una biodiversidad más viva a su alrededor, productos de mayor calidad nutricional y negocios más rentables.


Los medios cada vez se hacen más eco de un nuevo modelo que ha revolucionado la agricultura y la ganadería: el regenerativo. Son también cada vez más los profesionales que se están sumando a la ola. Y todos ellos ya han comprobado que funciona: sus suelos son más fértiles, los animales están mejor alimentados, los alimentos producidos son de mayor calidad nutricional para las personas, los ecosistemas de alrededor se recuperan e incluso sus negocios son más rentables.  

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La agricultura y ganadería regenerativas tienen como base la salud del origen del propio negocio, el suelo, y reivindican que está directamente relacionada con la sostenibilidad de todo el sistema alimentario. Por ello, recuperar su productividad, regenerarlo, estimularlo y devolverle la vitalidad que tras siglos de explotación -quizá no idónea- ha perdido se convierten en ingredientes fundamentales. De esta manera, se promueve la vida en el suelo, la de su materia viva, y se emplean técnicas que la preserven, produciendo los alimentos y manejando a los animales con recursos propios de la naturaleza. 


Más salud en el suelo, más biodiversidad 

Quienes la han implementado saben bien que funciona. Francisco Ruiz Rico, director técnico de la Finca El Valle del Conde, en Córdoba, emplea esa agricultura natural, ancestral y sigilosa para sus olivos. Sus resultados, por el contrario, son visiblemente exuberantes: desde que dejó de lado los métodos convencionales en favor del suelo que le da sus frutos, su finca ha vivido una revitalización completa. 

 Ruiz Rico siega la hierba de sus olivares ‘a diente’, es decir, con ovejas. “Controlarla es fundamental para que no compita con el cultivo, es decir, que no se haga con todos los recursos del suelo y estos puedan llegar al olivo”. Con la maquinaria fuera de juego en este modelo, el agricultor introdujo animales para el desbroce de la finca. Además, emplea un sistema de pastoreo rotacional, es decir, divide la finca en recintos por los que las ovejas van rotando, y solo vuelven al origen cuando esa cubierta vegetal ha sido capaz de regenerarse. 

Las ovejas, a su paso, aran suavemente la tierra y mueven por ella diferentes nutrientes, tanto en sus pezuñas como en los excrementos que reparten por ella. Tras dar el paso, el resultado no tardó en llegar: Ruiz Rico vio volver animales e insectos que hacía años que no veía. Incluso nuevas especies de plantas. “Los suelos se han vuelto aún más fértiles, tenemos más vegetación e incluso se controlan mejor las plagas”. 

Para él, el secreto fue precisamente el cuidado del suelo. Y es que los animales van regenerando a su paso este recurso que da de comer a toda la cadena trófica, desde microorganismos hasta al propio ser humano. Todo viene, precisamente, de ese cambio en la forma de trabajarlo: “El agricultor convencional tiende a verlo como la superficie que sujeta las plantas, sin pensar que debajo no están solo sus raíces, sino todo un mundo animal. Es un ente vivo”, defiende Ruiz Rico. 


La rentabilidad económica, otra razón para dar el salto 

Pero los medioambientales no son los únicos beneficios que trae este modelo. Quienes lo han implementado saben bien que transformar la forma de trabajar la tierra tiene una segunda ventaja: la agricultura y ganadería regenerativas son más rentables económicamente. 

Fue el caso de José María Molina, que gestiona varias explotaciones agrícolas y ganaderas situadas en Andalucía: más de 3.000 hectáreas que se reparten en nueve fincas, la mayoría dedicadas a dehesa de encinar y pastos para ganadería. Unas 450 se siembran anualmente de mezclas de cereales y leguminosas para producir forrajes con los que alimentar al ganado y vender los excedentes y, además, maneja 650 vacas de carne de varias razas, 1.200 ovejas de carne, 250 cerdas ibéricas puras para producir lechones y 2.000 cerdos ibéricos de bellota. 

 Aunque el negocio funcionaba, Molina vio que las subvenciones tenían un gran peso en el balance, mientras que en la cuenta de gastos se acumulaba una gran cantidad de recursos destinados a la compra de alimento para la ganadería y de insumos para la agricultura. Un 58% del total. Molina, que además no estaba contento con la salud de su suelo, apostó por el cambio. 

Comenzó con una implementación gradual, en dos de sus nueve fincas, abordando tres líneas de negocio diferentes: ganadería de vacuno de carne, ganadería de porcino ibérico extensivo de bellota y agricultura (siembra de cereales para ganado). El ahorro se vio ya solo en la primera, en la que se apostó por el pastoreo rotacional. En una primavera, Molina vio duplicada su producción de hierba al evitar que el ganado se comiera su rebrote. Siguiendo la línea, al año siguiente consiguió reservar más de 250 hectáreas solo para heno, evitando compras externas; en términos económicos, en un solo año, los cambios se tradujeron en un ahorro total por las 300 vacas de ambas fincas de 60.373,50 €, un 64% menos de gasto. Y ese beneficio lo vio en todas sus líneas de negocio.
 

Animales más saludables, productos más saludables 

A la lista de beneficios que la agricultura y ganadería regenerativas aportan a las explotaciones hay que sumarle la salud del ganado y la calidad nutricional de los productos. Todo está relacionado: el ciclo de la producción de alimentos como los lácteos comienza en los pastos que comen los animales que los producen. Por ello, cuidar ese origen es fundamental. 

En Vizcaya hay un claro ejemplo. Kepa Agirregoikoa maneja una pequeña explotación donde produce queso y yogures de excelente calidad nutricional, Errotik, que se ha visto incrementada desde que cambió la forma en la que cuidar y trabajar el suelo donde pastan sus vacas.Errotik’, en vasco, significa literalmente “desde la raíz”, lo que encaja a la perfección con la visión de Agirregoikoa de tener su negocio “100% ligado a la tierra”. “Queremos producir alimentos de la forma más saludable para nosotros, para el suelo y para las vacas”. 

Y así lo hace. Agirregoikoa también implementa un pastoreo rotacional, lo que supone que la vaca tenga pasto fresco cada día y que la hierba cumpla su ciclo. Con el cambio, no solo sus vacas están mejor alimentadas, sino que ha visto cómo ha vuelto la vitalidad a una pradera que quedó sin materia orgánica y con deficiencias minerales a causa de haber plantado pino anteriormente. 

Pero la leche de esas vacas también vio una mejora en su calidad, con yogures y quesos más ricos nutricionalmente. Este hecho fue probado por el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker, que afirmó que el perfil de ácidos grasos es mucho más interesante, comparado con un ganado en una explotación donde las vacas no salen a pastar”. 

El modelo también tiene efecto en la salud de los animales: se ha comprobado que las vacas se ponen menos enfermas. Aun así, cuando ocurre, se han buscado alternativas a los medicamentos, que permiten que la leche pueda ser productiva de nuevo en menos tiempo. 

 

El acompañamiento: fundamental para iniciarse en agricultura regenerativa 

 Todos lo recomiendan, aunque el principio puede no ser fácil. Ruiz Rico afirma que tuvo que leer mucho, y que decir a sus trabajadores “paramos máquinas” también dio vértigo. Pero merece la pena: “A los productores que no han dado aún el paso les diría que todo son ventajas. Que tenemos un papel en el cuidado al medio ambiente, por muy pequeño que sea. Además, ellos van a ver beneficios tanto ambientales como económicos”. 

“Descubrí este mundo a través de unos amigos, con los que en 2019 fui a ver a Allan Savory. En el confinamiento, que lo pasamos en el campo, empecé a devorar libros hasta que me di cuenta de que muchos de los problemas de la agricultura y la ganadería se resolverían con un enfoque regenerativo”, recuerda Molina. 

Por su parte, Agirregoikoa se encontró con un suelo pobre cuando comenzó a gestionar Errotik, con solo 23 años de edad. Siempre quiso ligar su negocio a la tierra, por lo que empezó a investigar, a leer y a estudiar, y encontró el sistema de pastoreo rotacional. Sin embargo, no fue hasta que consiguió asesoramiento personalizado que subió su gestión de nivel y comenzó a avanzar. 

Y es que lo que los tres tienen en común es que han participado en el programa de asesoramiento en agricultura regenerativa de EIT Food, la comunidad de conocimiento e innovación del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología dedicada a hacer más sostenible nuestro sistema alimentario. 

El programa consiste en una serie de actividades para agricultores, empresas agroalimentarias y consumidores con el fin de ampliar las prácticas regenerativas en Europa. El objetivo es difundir los conocimientos y resultados de este proyecto para construir una comunidad agrícola regenerativa de todo el continente. 

Para ello, se ofrecen cursos de formación, programas de asesoramiento y un sistema de consultas para atender dudas relacionadas con la transición a la agricultura regenerativa. Las personas participantes aprenden a pasar de la agricultura convencional a la regenerativa, a mejorar la salud del suelo, a fomentar la biodiversidad, a producir cultivos más nutritivos y, en definitiva, a hacer sus explotaciones más competitivas a largo plazo. Así, se ofrecen herramientas y planes de estudio en constante actualización. 

“El apoyo de EIT Food ha sido fundamental a la hora de dar el paso”, afirma Molina. Para él, la oferta del consorcio europeo en cuanto a cursos, formaciones y servicios es diferencial: “Todos los ganaderos podemos escuchar lo buenos que son los métodos regenerativos. Te entusiasmas, pero cuando vuelves a casa, ese entusiasmo va bajando. El programa de EIT Food incluye la posibilidad del servicio de asesoramiento sin coste alguno. Yo ahora pagaría por ese servicio, porque he visto que funciona, pero inicialmente, cuando no sabes cómo va a resultar, somos quizá muy conservadores, porque a veces vamos justos y cuesta dar el paso”. 

«De leer libros y formarte por tu cuenta a tener un técnico al lado que te va asesorando y aportando toda su experiencia… es un paso gigante. Avancé mucho más rápido que lo que hubiera hecho yo por mi cuenta”, afirma Kepa. 

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