El sector agrario cierra 2023 con un lamentable balance

2023 ha sido un año convulso y lleno de dificultades para el sector agrario. Meteorológicamente hablando, la sequía ha hecho mella en buena parte de las producciones agrarias y esto, unido a la proliferación de otros fenómenos meteorológicos extremos (aguaceros, heladas y pedriscos), ha tenido como resultado que la siniestrabilidad en el campo se elevara este año un 61%, hasta los 1.300 millones de €, en pérdidas, según valoración de Agroseguro.

Desde el punto de vista legislativo, no ha ido mucho mejor. Bruselas se ha “cebado” con los agricultores y ganaderos europeos y el campo español tiembla con cada nueva medida que la Comisión, el Parlamento y/o el Consejo ponen en marcha.

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En suma, la rentabilidad de los productores agrícolas, y no digamos de los ganaderos, está cada vez más en entredicho y la preocupación e indefensión que sentimos, para afrontar un nuevo año, es máxima.

En el balance de producciones de los grandes cultivos, destaca la desastrosa campaña de cereales, con una bajada histórica de las producciones acompañada de ruinosas cotizaciones de precios y con una tremenda carestía tanto de paja como de forraje que ha dejado a los ganaderos en una situación límite.  En el sector del vino, la cosecha ha sido una de las más bajas de los últimos 10 años, y en aceite de oliva, pese a superar los datos de la escasa campaña anterior, las producciones estarán por debajo de la media de los últimos 4 años. Todo ello, ha supuesto significativas caídas en valor de la producción que en el caso de los cereales son del 50%, en el aceite de oliva, del 29,4% y en el vino, del 20%.

Pero si hay un sector que sale tremendamente “tocado” este año, ese es el sector ganadero. Los altos costes de producción, la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE), la viruela ovina y las normativas medioambientales y de bienestar animal han dejado un balance muy negativo en el conjunto de las producciones ganaderas.

Aún con precios de venta altos en leche y carne de ovino, vacuno o porcino muchos ganaderos siguen sin tener la rentabilidad deseada en sus explotaciones debido al brutal aumento de los costes de producción, que, si bien se han moderado, no terminan de recuperar los niveles de pre-guerra. La falta de suministro de forrajes y paja, y por tanto sus desorbitados precios en el mercado, ha sido otra de las consecuencias de la dura sequía vivida en 2023. Especialmente grave es la situación en apicultura y cunicultura, donde los precios de la miel y la carne de conejo siguen muy por debajo de los costes de producción.

Por si este desalentador panorama no fuese suficiente, la aplicación normativa del Plan Estratégico de la nueva Política Agraria Común (PAC) ha venido a complicar aún más la situación. Los retrasos en la publicación de la normativa, la burocracia, y las nuevas exigencias y requisitos medioambientales han dificultado el acceso a las ayudas y se confirman los recortes en los pagos respecto a 2022 como consecuencia del cambio de regiones, la degresividad y los ecorregímenes. En este último capítulo, un 25% de los agricultores no ha querido o no ha podido acogerse a ellos.

Pero esta nefasta reforma de la PAC, desenfocada y fuera de la realidad, no es más que una muestra más de lo que se “cocina” en Bruselas. La Ley de Bienestar Animal, con severas limitaciones al transporte; la Ley de Restauración de la Naturaleza; o la aplicación de acuerdos comerciales con países terceros, con gran impacto para las producciones agrícolas comunitarias, son solo algunos ejemplos del tremendo perjuicio que la maquinaria de Bruselas está infligiendo al sector agrario español y europeo.

ASAJA ha abogado por cambios urgentes y de calado en los planteamientos comunitarios que permitan proteger nuestro tejido productivo, así como la seguridad alimentaria del conjunto de la ciudadanía. Mientras el sector productor de la UE se afana en buscar la fórmula para mantener la rentabilidad de las explotaciones, los alimentos de terceros países entran al territorio europeo de forma indiscriminada, con normativas medioambientales y laborales más laxas y que provocan competencia desleal, e incluso en algunos casos, alertas sanitarias que afectan tanto a consumidores como a productores.

En este sentido, la última decisión del Consejo de Ministros de la UE en materia de Nuevas Técnicas Genómicas supone un nuevo freno a la investigación y la ciencia aplicada a la agricultura europea.

Afortunadamente otras iniciativas legislativas como el Reglamento sobre Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios (SUR), o la renovación de uso del glifosato han venido a poner algo de cordura y equilibrio, (gracias a que la voz de los agricultores ha sido escuchada), entre la ambición climática y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria de los ciudadanos.

 

Plan de choque urgente

Desde hace varios meses, ASAJA viene reclamando a las administraciones la necesidad de poner en marcha un Plan de Choque, a varios años vista, para garantizar la viabilidad de las explotaciones agropecuarias.

Abogamos por cambios urgentes y de calado en materias importantes como son el modelo de seguros agrarios; las inversiones hidráulicas para mejorar e impulsar el regadío; la flexibilización de normas y simplificación “real” de la PAC; un foro de trabajo orientado a cuestiones sanitarias, principalmente de la ganadería extensiva y un impulso a las políticas orientadas al relevo generacional y al reconocimiento del valor de la profesión de agricultor y ganadero.

 

Fotografía: 2023 un año convulso y lleno de dificultades para el sector agrario. La sequía y otros fenómenos como aguaceros, heladas y pedriscos, hacen mella en buena parte de las producciones agrarias.

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